Tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y de los terribles destrozos causados por los tornados Katrina y Sandy, los legisladores del siglo XXI de todas las regiones de Estados Unidos y Canadá aprobaron normas, disposiciones y leyes para la construcción de una infraestructura resiliente. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define el término «resiliencia», entre otros, como la capacidad de adaptación frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Según Wikipedia se entiende en general la capacidad de recuperarse de un choque o una solicitación extraordinaria. La «teoría de la resiliencia» tiene su origen a principios de los años 70 del siglo XX y se remite al ecologista canadiense C S «Buzz» Holling (científico y profesor emérito de Ciencias ambientales en la Universidad de Florida). El confiaba en descubrir los mecanismos en que se basan las cargas extraordinarias, ya fueran las que surgen de imprevisto, como el fuego o una explosión, o las de larga duración, pero con similar forma de actuar. En las discusiones sobre entornos urbanos, el término «resiliencia» ha desplazado en cierta medida al término «sostenibilidad». Esto podría deberse en parte a que la palabra «resiliencia» expresa siempre la mayor probabilidad de riesgo. «Sostenibilidad» sugiere más bien que podemos evitar las catástrofes de forma activa. Es decir que la resiliencia es más realista y expresa «lo bien que podemos recuperarnos tras una catástrofe (Hollis)»
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