Durante las primeras 24 horas, el hormigón sufre enormes cambios: a partir de una masa moldeable, mediante interacciones físicas y químicas se convierte en un material de construcción sólido que desarrolla sus propiedades mecánicas y su durabilidad mucho más allá de las primeras 24 horas. Casi todas las propiedades importantes del hormigón resultan de esta temprana fase de su ciclo de vida: a partir de la formación de microestructuras y la formación de minerales "útiles". Lamentablemente, a menudo este conocimiento fundamental no se tiene en cuenta en su totalidad o simplemente se ignora. Como la rentabilidad tiene la máxima prioridad, se busca lograr breves tiempos de construcción y ciclos de producción planificados (diarios). Los avances tecnológicos que prometen una curado más rápido se adoptan enseguida. Como las temperaturas elevadas aceleran la hidratación del cemento, el curado del hormigón a altas temperaturas se ha impuesto de forma generalizada. No obstante, unas temperaturas entre bajas y moderadas y una elevada humedad son las condiciones más favorables para la hidratación del cemento, a fin de conseguir las mejores propiedades mecánicas y una elevada durabilidad. Pero esto exige más tiempo del que permiten la mayoría de los plazos establecidos. Conseguir un equilibrio perfecto es difícil y, en muchos casos, incluso imposible. Pero habría que ser siempre conscientes de que todos lo que ocurre en la primera fase inicial del ciclo de vida del hormigón tiene, a largo plazo, un efecto en las propiedades técnicas y en la durabilidad de las construcciones de hormigón.
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