Los muros exteriores se fabrican cada vez más como elementos prefabricados de hormigón con aislamiento térmico integrado de poliestireno. Las ventajas frente a la construcción con hormigón in situ, como por ejemplo, el cumplimiento de elevados requisitos de calidad gracias a la prefabricación en fábrica o la supresión de pasos de trabajo en obra, hacen posible un proceso de construcción económico. En el caso de la construcción con semiprefabricados, las placas de hormigón se producen en fábrica, se transportan a obra y a continuación se terminan de hormigonar para formar la sección final. De este modo se evita el proceso de encofrado, que consume mucho tiempo y costes, y se reduce simultáneamente el peso de transporte. La presión del hormigón fresco, que surge al hormigonar los semiprefabricados, debe ser soportada con suficiente seguridad por los elementos de unión utilizados para acoplar las placas de hormigón. La presión de encofrado debe adoptarse según la DIN 18218 «Presión del hormigón fresco sobre encofrados verticales» [1]. Sin embargo, hasta ahora no se tiene en cuenta la influencia del aislamiento térmico interior de los premuros sobre la presión de encofrado. En función de la geometría de la sección y del tipo de aislamiento térmico, la presión de encofrado es sobreestimada, lo que conduce a un dimensionamiento no rentable en estado de construcción.
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